FASE 1 / PREPARACIÓN
Módulo 2.2
TRASTORNO DE PÁNICO
Se temen las crisis de ansiedad.
Trastorno de Pánico
Es un tipo de trastorno de ansiedad que se caracteriza por episodios de pánico intenso, que suelen llegar a niveles máximos en minutos.
Una crisis o ataque de pánico se vive con la aparición repentina de miedo o malestar intenso acompañado de una o más alteraciones fisiológicas como: palpitaciones, taquicardia, sudor, temblores, ahogo, opresión en el pecho, mareo, náuseas, molestias digestivas, sequedad de boca, sensación de que percibe las cosas o se percibe a sí mismo en forma extraña, y otros.
Estas crisis se acompañan de un sentimiento de peligro o de muerte inminente y de una urgente necesidad de escapar.
En el momento de la crisis, la persona que la sufre cree que está a punto de morir, de que le dé un ataque cardíaco, o bien de perder el control o de volverse loco.
La persona que sufre ataques de pánico suele confundir los síntomas fisiológicos de la ansiedad con los del infarto cardíaco. Suele suceder también que la persona presa del pánico, acuda rápidamente al hospital por miedo a sufrir un infarto. Aunque el resultado médico indique que su salud está muy bien y no hay ni hubo indicios de un posible infarto, es difícil que se convenza de ello.
Círculo vicioso
Las crisis de pánico son la respuesta de alarma de nuestro organismo ante el peligro.
Si alguien nos ataca con una navaja, reaccionaremos con miedo, temblor, taquicardia, etc. En este caso consideramos nuestra reacción de terror como algo normal.
En cambio, en las crisis de pánico, el peligro no es real. Sin embargo, ante ese peligro imaginario se activa la alarma del cuerpo, produciéndose las ya mencionadas alteraciones fisiológicas que son las que pasan a ser la verdadera amenaza.
La persona piensa que esas alteraciones físicas son peligrosas. Esto activa aún más el sistema de alarma, y, por tanto, las alteraciones y el miedo aumentarán.
Estas falsas alarmas se producen porque se evalúan como peligrosas ciertas sensaciones internas que, en realidad, no pueden hacerle ningún daño y que todos podemos experimentar, en mayor o menor grado, cuando estamos nerviosos.
El miedo a repetir el ataque de pánico puede extenderse a sentir miedo de realizar ciertas actividades o acudir a ciertos lugares, donde cree que existe la posibilidad de que sienta los síntomas y tenga una crisis.
El miedo a sufrir un infarto, un derrame cerebral o morir por asfixia es totalmente infundado. La ansiedad puede llegar a ser muy desagradable, pero no es peligrosa por sí misma.
La evitación a estos lugares por temor a experimentar las crisis se hace concurrente, y es a lo que se conoce como Agorafobia, que es otro trastorno de ansiedad.
El miedo a sufrir un infarto, un derrame cerebral o morir por asfixia es totalmente infundado. La ansiedad puede llegar a ser muy desagradable, pero no es peligrosa por sí misma.
Si bien los ataques de pánico son sumamente incómodos, no son peligrosos para tu salud. Sin embargo, son difíciles de controlar por cuenta propia y pueden empeorar si no se tratan.
¿Cómo empieza el trastorno de pánico?
Frecuentemente suele empezar con la impresión exagerada durante su primer ataque de pánico o alguna situación en que experimento miedo.
La interpretación catastrófica de los síntomas en ese primer evento, puede quedar grabado en la mente y mantenerse en el tiempo.
También es usual que asocie la «terrible» experiencia con alguna enfermedad grave y convencerse de que la tiene.
Así empieza a autoobservarse continuamente en busca de cualquier señal fisiológica. Esa auto observación hace más fácil que perciba alguna sensación, y cuando la nota, se activa su creencia de que está en peligro, y se pone en marcha el círculo vicioso que puede llevar a un nuevo ataque de pánico.
El ataque de pánico se produce sólo si el afectado hace interpretaciones catastrofistas. Si deja de hacerlas en su totalidad, es imposible que tenga un ataque de pánico.
La persona tiene que entender esto con claridad, y dejar de creer que los síntomas fisiológicos son peligrosos. Al dejar de interpretarlas como peligro, las sensaciones se mantendrán en niveles bajos, normales, sin llegar a la gran intensidad que alcanzan en un ataque de pánico.
La persona tiene que entender esto con claridad, y dejar de creer que los síntomas fisiológicos son peligrosos.